La relación entre Marc-André Ter Stegen y el FC Barcelona ha entrado en una fase de máxima tensión. Lo que parecía un parte médico rutinario se ha convertido en el detonante de una auténtica guerra fría entre el portero alemán y la cúpula médica y directiva del club azulgrana. Detrás de los comunicados oficiales y declaraciones medidas, se esconde una pugna por controlar el relato de su recuperación y, sobre todo, por las implicaciones deportivas y económicas que conlleva su baja.
Este martes, Ter Stegen fue intervenido quirúrgicamente en Burdeos por la reconocida especialista francesa Amélie Leglise para tratar sus persistentes problemas lumbares. Según el comunicado oficial del FC Barcelona, la operación fue realizada “satisfactoriamente”. Pero la clave no está en el éxito quirúrgico, sino en los matices del texto: se habla de una “reintervención”, un término que no ha pasado desapercibido y que deja entrever que se trata de una recaída, algo que tiene importantes consecuencias.

Hay que recordar que el alemán ya fue operado por Leglise en diciembre de 2023 por la misma dolencia. En aquella ocasión, estuvo alejado de los terrenos de juego durante dos meses y medio. El uso ahora del término “reintervención” no es casual: una recaída médica implica, por norma, un tiempo de recuperación superior. De hecho, el propio Ter Stegen había anunciado públicamente que estaría tres meses de baja, aunque sin precisar si ese era un cálculo personal o fruto de una valoración médica detallada.
Sin embargo, el club ha evitado confirmar esos plazos en su parte oficial. En lugar de ello, se limita a indicar que el jugador “es baja” y que “la evolución marcará la disponibilidad”, una fórmula ambigua que deja todo en el aire. Esta discrepancia entre las partes revela un pulso evidente: Ter Stegen no ha autorizado al club a fijar un tiempo de baja, mientras que el Barça, al hablar de recaída, busca posiblemente justificar un periodo de ausencia mayor. ¿El motivo? Muy claro: si la baja supera los tres meses, el club podría activar la cláusula de lesión de larga duración y liberar el 80% de su ficha, lo que permitiría inscribir a un nuevo jugador en su lugar.

Todo dependerá del informe médico que el FC Barcelona presente al Comité de Expertos de la RFEF, encargado de validar este tipo de situaciones. De los cuatro jueces que forman este comité, uno no podrá participar por su pasado en el club: Jordi Ardèvol, exresponsable médico del Barça durante cinco años. Serán los otros tres —Fernando Jaén, Baro Pazos y Pérez San Roque— quienes estudien el caso y determinen si Ter Stegen puede ser considerado baja de larga duración.
Mientras tanto, el club ha intentado mostrar una imagen de control enviando al médico del filial de baloncesto, Ignasi Moix, a supervisar la operación. No obstante, su papel fue meramente simbólico: ni viajó con el jugador a Burdeos ni está previsto que lo acompañe en su regreso a Barcelona.

Este cruce de versiones entre club y jugador no solo refleja la desconfianza mutua, sino que puede marcar un punto de inflexión en la relación entre Ter Stegen y el Barça. A corto plazo, la entidad necesita claridad médica para reforzarse si es necesario. A largo plazo, el conflicto podría dejar cicatrices internas más difíciles de sanar que cualquier dolencia física.
La guerra de comunicados no ha hecho más que empezar. Y el desenlace puede tener impacto tanto dentro como fuera del terreno de juego.



