El 18 de abril de 2007, el Camp Nou se convirtió en el escenario de una obra maestra que aún resuena en la memoria de los aficionados al fútbol. Lionel Messi, con apenas 19 años, tomó el balón cerca de la línea divisoria en un partido de semifinales de la Copa del Rey contra el Getafe. Lo que siguió fue pura magia: una carrera de 62 metros en 11 segundos, dejando atrás a cinco defensores y al portero, para culminar con un toque sutil que desató la euforia entre los 80,000 espectadores. El FC Barcelona ganaba 2-0 en ese momento (terminaría 5-2), pero ese gol trascendió el marcador: era el nacimiento de una leyenda.
No era la primera vez que el fútbol presenciaba algo así. El 22 de junio de 1986, Diego Armando Maradona había escrito su propio capítulo inmortal en el Estadio Azteca de México, driblando a medio equipo inglés en una carrera de 60 metros para marcar el llamado “Gol del Siglo” en los cuartos de final del Mundial. La similitud entre ambas jugadas es innegable: la explosividad, la visión, el regate imposible y la definición precisa. Pero más allá de las comparaciones, lo que une a Maradona y Messi es un legado de genialidad que trasciende generaciones y fronteras.
El gol de Messi no fue una copia, sino un eco vibrante del espíritu de Maradona, adaptado al césped del Camp Nou y al alma del Barça. Mientras Diego lo hizo en el escenario global de un Mundial, Lionel lo logró en casa, ante su gente, en un torneo que, aunque no culminó en título (el Barça cayó en la vuelta), marcó el inicio de su reinado como el heredero de los grandes. Ese día, el joven argentino no solo homenajeó al “10” eterno, sino que comenzó a forjar su propio mito.
El balón que Messi llevó de un extremo al otro del campo en 2007 es un puente entre dos eras. Maradona, con su carisma indomable, dejó una huella imborrable en el fútbol; Messi, con su humildad y constancia, la recogió y la llevó más lejos, sumando récords y títulos que hoy lo colocan como el máximo ídolo histórico del Barcelona. El “Gol del Siglo” de Diego vive en la memoria colectiva, pero el de Leo en el Camp Nou lo revitalizó, demostrando que la esencia del fútbol genial no tiene fecha de caducidad.
Hoy, cuando se habla de los mejores goles de la historia, estos dos momentos se entrelazan. De Maradona a Messi, el legado del siglo no solo sobrevive: brilla con fuerza en cada rincón del Camp Nou, donde la afición culé sigue soñando con la magia que solo los elegidos pueden crear.